El 11 de mayo de 2024 fue un gran día en la historia de las Hermanas de San José de Cluny en Roma, Via Angelo Poliziano 38. Celebramos el 170 aniversario de nuestra presencia. Recordamos el deseo de la Beata Ana María Javouhey, nuestra Fundadora, de tener una comunidad en Roma, la Ciudad Eterna. En 1851, mientras hablaba de este deseo, dijo a las hermanas: «Tengo otro viaje que hacer y debo hacerlo sola», es decir, a su casa eterna (AMJ por Pil Kieffer Vol II Bk VIII ch VI Pg.300) Su deseo se cumplió en la persona de Madre Rosalia Javouhey, su hermana, la segunda Superiora General, que compró una casa en Via Di Santa Maria Maggiore 134 (María Mayor). El 12 de abril de 1854 llegaron cuatro hermanas para atender a los niños huérfanos afectados por el cólera. Más tarde, se abrió una escuela para ellos.
En 1884 se compró el terreno (Via Leonardo de Vinci), ahora Via Angelo Poliziano, y se pusieron los cimientos de la capilla el 11 de febrero de 1884. Fueron necesarios cuatro años para terminar este bello y magnífico edificio en el centro de Roma. El 12 de mayo de 1887, la comunidad tomó plena posesión de la nueva casa en la que se fundaron la Regina Mundi, una escuela, la casa viceprovincial para Italia y Suiza (en aquella época) y una casa para peregrinos.
El 11 de mayo de 2024, la misa de acción de gracias fue presidida por Su Eminencia el Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto de las Causas de los Santos, acompañado por 10 sacerdotes. En su homilía, el cardenal destacó la importancia de la acción de gracias en nuestras vidas y el espíritu misionero de Ana María Javouhey, del que debemos imbuirnos. Tras la misa cantada en una capilla bellamente decorada, todos pasaron a la galería para ver un breve vídeo sobre la vida de AMJ y la historia de nuestra casa. En las paredes del pasillo, fuera de la capilla, se expusieron fotos de la casa con las hermanas y sus actividades, con los correspondientes pie de foto. Los antiguos alumnos y el personal estaban encantados de verlas. Todos disfrutaron de un delicioso refrigerio servido en la galería. Todos los que vinieron estaban muy contentos de participar en las celebraciones. Tuvimos el placer de contar con la presencia de la Sor. Agnès Thevenin, Asistenta General, en nombre de la Sor. Clare Stanley, Superiora General, que había viajado desde la Casa Madre de París para esta ocasión especial. Que Dios sea alabado y glorificado siempre y en todas partes.
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